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martes, 7 de febrero de 2012

La leyenda de un marino invicto: maestro de mar y guerra


Álvaro de Bazán
Tras Lepanto, Álvaro de Bazán estuvo con Don Juan de Austria arreglando los asuntos italianos y vigilando los movimientos otomanos hasta que en 1576 es honrado con el mando máximo de las Galeras de España. Hizo uso efectivo de su nuevo cargo en 1578, una vez arreglados todos sus asuntos en Italia. Bazán había tenido protagonismo en todos los hechos de las armas marítimas españolas durante medio siglo y ahora recogía los frutos de su dilatada y brillante carrera. Su momento álgido estaba aún por llegar.


Reorganizó la flota de Cartagena y reforzó la de Orán. La presencia musulmana había sido debilitada en el Mediterráneo pero aún daban coletazos. Además, eran propietarios de un vasto imperio terrestre y dominaban aún muchos territorios y plazas fuertes del Mare Nostrum. En agosto de 1578 el rey de Portugal fue muerto en Alcazarquivir y los musulmanes pusieron en jaque todas las posesiones lusas del norte de África. Esto obligó a la monarquía hispánica a tomar cartas en el asunto pues Felipe II no iba a permitir que una posible amenaza sobre Ceuta y Tánger hiciese peligrar el éxito de Lepanto.

Batalla de Alcazarquivir
  Para ello se ordenó al muevo general de galeras de España, Álvaro de Bazán, que acudiese con la flota a reforzar el norte de África. No se produjeron enfrentamientos de relevancia pero la muerte del rey de Portugal hacía que tomase fuerza en Felipe II la idea de hacerse con el trono de Portugal. El monarca español tenía derecho a aspirar a la corona, pero en caso de surgir complicaciones; el duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo había planeado una invasión del país. La guerra de Portugal y la batalla de Isla Terceira en las Azores. Antonio de Portugal se presentó como legítimo heredero al trono y por tanto se produjo un enfrentamiento inevitable de intereses entre el monarca de España y el aspirante al trono portugués. El plan del Duque de Alba se llevó a la práctica. Mientras que Fernando Álvarez de Toledo entraba por Alentejo al frente de un ejército español,  el Marqués de Santa Cruz zarpaba al frente de 50 galeras de guerra con destino a Setúbal. El objetivo era reunirse con las tropas terrestres y someter la fortaleza de la plaza. Con el apoyo de Bazán, el fuerte cayó y el siguiente paso fue tomar la capital: Lisboa. Para ello se lanzaría una ofensiva desde Cascais y se requería que la flota de Bazán transportase a los Tercios. Realizó su cometido con éxito y además aprontó un parte de la flota al mando de su hermano Alonso de Bazán para que interceptase la Flota de Indias portuguesa y evitar así que los opositores a Felipe II se pudiesen financiar. Desembarcó a las tropas y volvió a Setúbal a por la artillería. Cuando todo estuvo listo se lanzó una operación combinada por tierra y mar y Bazán tomó el puerto de Lisboa rindiendo 44 buques de guerra de la Armada Portuguesa.
Bahía de Setúbal
Antonio no tuvo mas remedio que huir y al caer la capital todo el país quedó bajo el control de la monarquía hispánica. Todo, a excepción del archipiélago de las Azores que se declaró en contra del Felipe II. Álvaro de Bazán se le encomendó el sometimiento y para ello se desplazó con su flota y 10000 infantes del Tercio de Armada.

La batalla de Isla Terceira

Bazán había situado su centro de operaciones en la isla de San Miguel que se había rendido voluntariamente. Contaba con una flota de 26 buques de guerra pero con la salvedad que la flota francesa había acudido a apoyar a Antonio de Portugal, ante el temor del poder que podía acumular la monarquía hispánica si se hacía con el trono luso y su imperio, con más de 60 barcos de combate al mando de Philippe Strozzi. La diferencia numérica era descomunal pero esta sería la primera batalla en que intervinieron oficialmente los galeones. Bazán mandaba dos y se mostrarían determinantes. Álvaro de Bazán tenía bajo su mando dos galeones reales, y 25 galeras de guerra de diversa procedencia. Su flota debería haber llegado a 30 buques pero diversos factores hicieron que algunos barcos se demorasen en Lisboa. Al frente de la escuadra francesa estaba Felipe Strozzi, Mariscal de Francia, secundado por Charles de Brisac, su hermano y Don Francisco de Portugal. Contaban con 60 bajeles de guerra y un ejército embarcado de 7000 soldados. El 21 de julio de 1582 el marqués de Santa Cruz, Álvaro de Bazán, se hallaba en su cuartel general en la isla de San Miguel con su escuadra y la mitad de las tropas a su mando. Envía varios pataches de exploración. Algunos son capturados y los que consiguen escapar alertan de la presencia de la flota francesa. En ese momento la escuadra española zarpa y localiza la escuadra enemiga al otro lado de la isla de Punta Delgada A media noche llegan noticias a Álvaro de Bazán del desembarco de 3000 soldados franceses en Punta Delgada el 15 de julio y que habían saqueado la villa de La Laguna y tomado toda la isla excepto el castillo.
Choque de Galeones en Isla Terceira
Durante la mañana del 22 de julio los franceses intentaron romper la formación española aprovechando que tenían barlovento. Hicieron tres intentonas pero todas fueron rechazadas. Por la tarde el viento se calma dejando las dos flotas inmóviles. Así estuvo la situación durante dos días. Al amanecer del 24 de julio los franceses intentaron atacar la retaguardia guipuzcoana comandada por Miguel de Oquendo. Aunque Bazán, previendo esta maniobra, se apresuró a cerrar la formación y repelió a los franceses que se retiraron con algunas perdidas pero conservando el barlovento. Bazán no iba a esperar más, sabía que la situación sería insostenible dada la superioridad numérica enemiga y que su única posibilidad era realizar un movimiento que cogiese a los franceses a contrapié. Así durante la noche del 24 y con el más absoluto secreto da la orden a la escuadra de virar para ponerse a barlovento de los franceses. Su movimiento es exitoso y en la mañana del 25 de julio se encuentra a barlovento de la flota gala que además estaba desorganizada y reparando los desperfectos del ataque del día anterior. La situación era perfecta para atacar, pero un problema en el buque de su segundo al mando, Cristóbal de Eraso, obliga a Bazán a prestarle auxilio y a remolcarlo perdiendo la oportunidad de atacar. El 26 de julio ambas flotas están a unas tres millas los franceses tienen el barlovento a su favor aunque no hay visos ni intención de que se vaya a producir combate. Es en éste momento cuando el galeón San Mateo, comandado por Lope de Figueroa, se aparta de la línea española hacia barlovento. Los franceses ven la oportunidad esperada para acabar con uno de los buques más poderosos de la Armada de Bazán y para ello intentan aislarle. La Capitana, La Almirante y tres galeones se preparan para acabar con el buque español. Figueroa acepta el combate, y sin disparar sus cañones, se ve abordado por la Capitana y la Almirante una por cada lado, mientras los otros tres galeones le disparan por proa y popa. Cuando las dos naves insignias están lo suficientemente cerca para abordar, Figueroa dispara su artillería produciendo graves daños a los buques franceses. Figueroa aún tiene tiempo de lanzar otra descarga de artillería antes del abordaje. También dispone arcabuceros selectos en las gavias que van mermando las cubiertas francesas. Esta técnica la explotarían en épocas posteriores, siendo Blas de Lezo todo un experto en cañonear de cerca y luego someter al enemigo al asalto. En este caso Figueroa adoptó la variante defensiva pues estaba rodeado por cinco buques de guerra. El San Mateo era un pecio pues después de dos horas de combate ya no tenía ni jarcias ni velas, pero la infantería española había repelido el ataque de la Capitana. Figueroa debió impedir el abordaje a sus tropas, pues aún debían repeler el asalto de la Almiranta francesa. Este combate inició las hostilidades, la flota francesa ataca la línea española que se mantiene en formación. Bazán soltó la nave remolcada de su segundo y se dirigió a apoyar al San Mateo junto con el grupo de retaguardia guipuzcoano. La nao Juana del capitán Garagarza aborda a la vencida Capitana, mientras Villaviciosa hace lo propio con la Almiranta. Las naves francesas viendo peligrar su mando se unen a la refriega amarrándose a la Almiranta creando así un grupo de barcos para que las tripulaciones puedan socorrer a la Almiranta. Miguel de  Oquendo se lanza a toda vela entre el San Mateo y la Almiranta francesa disparando contra ella. Con esta maniobra rompe las amarras y hunde el costado de la nave francesa. Strozzi al mando de La Capitana decide separarse del San Mateo. Bazán que ve que la situación está controlada, se lanza a finiquitar el buque insignia de Strozzi. El asalto no se hace esperar. Los tercios, en menos de una hora, arrasan la Catalina y la Capitana, que se acaba rindiendo. Ante éste hecho los buques franceses no trabados se retiran del combate. En cuatro horas la batalla había finalizado. Los españoles tuvieron 224 muertos y 550 heridos y muchos barcos averiados. Los franceses perdieron 10 grandes barcos de guerra, la mayoría de ellos galeones, y tuvieron 3000 muertos entre ellos todo su mando superior. El número de barcos averiados fue elevado.
Grabado de la isla Terceira
El día 30 de julio fondea Bazán su flota en Villafranca, allí desembarca heridos y comienza a reparar sus naves. Con esta victoria se consolida la conquista de Portugal y por ello Álvaro de Bazán es recompensado con la encomienda mayor de León, el título de Grande de España, y el nombramiento de Capitán General del Océano Atlántico. Bazán tras esta victoria sugirió al rey la necesidad de invadir Inglaterra aunque durante un tiempo éste fue reacio a tal operación. Esta nación se estaba erigiendo en el principal enemigo de España y daba apoyo a los rebeldes holandeses y atacaban el comercio español y sus costas. Francis Drake desembarcó en Galicia en 1586. No tuvo esta acción graves consecuencias pero si sirvió de argumento para que Bazán insistiese Felipe II sobre la necesidad de frenar a Inglaterra. En esta ocasión el monarca le hizo caso y le ordenó preparar un plan de invasión. Bazán lo tuvo listo en dos semanas. Se nombró a Alejandro Farnesio general de todas las fuerzas españolas quedado el duque subordinado a Álvaro de Bazán que ostentaba el mando de la Armada. Aún así los planes y la construcción de la flota sufrieron muchos retrasos. En 1587 Francis Drake quemó todos los buques amarrados en Cádiz. Por aquellas fechas el rey se había distanciado de Álvaro de Bazán y no atendió a sus consejos. Bazán fue partidario de atacar en primavera pero unas fuertes fiebres pusieron fin a su vida en febrero de 1588. Alonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia tomó el mando de la expedición contra Inglaterra. Alonso de Guzmán no era tan hábil en asuntos militares y esto afectó notablemente a la expedición. El cuerpo de Don Álvaro de Bazán fue enterrado en la iglesia de la Asunción de El Viso (Ciudad Real) y de allí fueron trasladados, en 1643, al convento de San Francisco de la misma localidad. Bazán murió invicto, jamás perdió un solo combate en el transcurso de su vida, destacó sobre todo en la Armada como un bravo marino y gran almirante idolatrado por sus tropas. Bajo su mando se creo el temido Tercio de Armada. Infantes bien equipados y avezados en los abordajes y el combate naval. A ellos se deberían en gran parte las abundantes victorias que cosechó la Armada Española hasta Trafalgar. A Bazán le dedicó Cervantes las siguientes palabras en el capítulo 39 del Quijote: “la capitana de Nápoles, llamada La Loba, regida por aquel rayo de la guerra, por el padre de los soldados, por aquel venturoso y jamás vencido capitán don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.”  23:59 Quizá la figura de Álvaro de Bazán no sea tan carismática como la de Lezo o Gonzalo de Córdoba pero la realidad, y sus números, demuestran que estuvo a la par de los más grandes. Entre sus logros y victorias podemos destacar lo siguiente: 8 islas rendidas, 2 ciudades rendidas, 25 villas conquistadas, 36 castillos y fuertes tomados al asalto o por capitulación, 8 capitanes generales derrotados, 2 Maestres de Campo vencidos, 60 altos oficiales derrotados, 4800 soldados y marinos franceses capturados (no cuento los muertos), 780 ingleses capturados, 6300 portugueses rendidos o capturados, 1570 presos cristianos liberados, 44 galeras reales capturadas, 21 goletas capturadas, 99 galeones y buques de alto bordo vencidos y capturados, 27 Bergantines atrapados, 1814 piezas de artillería capturadas e infinidad de barcos menores de todas las naciones en disputa capturados. Azote de piratas, libertador de Malta, héroe de Lepanto y vencedor en Portugal. Con éste legado perece uno de los grandes y desconocidos personajes de la historia de España. En su tumba el siguiente epitafio: “Vencedor de los turcos en Lepanto y Albania; de los moros, en Túnez y la Goleta; de los portugueses, en Setúbal y Lisboa; de ingleses y francés, en las Terceras; terror de los infieles; peleó como caballero, escribió como doctor, vivió como héroe y murió como santo, en Lisboa, a 9 de febrero de 1588”.  

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