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viernes, 24 de agosto de 2012

Alba, la mano armada del Imperio Hispánico


Fernado Álvarez de Toledo, Duque de Alba
“Un héroe cansado, atrapado entre el Renacimiento y el Barroco, que no supo negociar y fue apartado del poder cuando dejó de ser útil”. Así ve Ricardo García Cárcel al Duque de Hierro. Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, es reconocido por su política brutal durante su gobierno de los Países Bajos. Esos hechos, ciertos, han eclipsado muchos otros que contribuyeron a elevarlo a la categoría de gran militar de su época. La espada de su Rey, ese era Alba; un hombre siempre fiel a Carlos V y después a su hijo Felipe II. Un hombre que aplastó de manera implacable a cualquier enemigo que osase poner en entredicho el poder del trono español.

Hombre de carácter: “me mueve la cólera de manera que si no procurase mucha templanza me parecería a mi opinión de hombre frenético”. Su realidad es la de un gran hombre en el terreno militar e intelectual, que no supo asimilar los cambios de su época. Fue un fiel servidor utilizado por su rey y relegado ante el primer atisbo de fracaso; pese a toda la gloria cosechada y las compensaciones honoríficas murió sin resolver sus problemas económicos derivados de su decisión de poner todas sus rentas al servicio del Rey”

Historia National Geographic (no recuerdo el número, recorté los párrafos hace muchos años).

La fragua de un militar de Hierro

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel nace en Piedrahita (Ávila) el 29 de octubre de 1507. Hijo de García Álvarez de Toledo , heredero de Fadrique Álvarez de Toledo, II Duque de Alba, y de Beatriz Pimentel, hija de los condes de Benavente. Su padre hubiera heredado el título pero murió en África en 1510, pasando a su hijo primogénito, Fernando. Su nombre se lo pusieron en honor a Fernando el Católico, Rey de Aragón y regente, no consorte tras la muerte de Isabel, de la corona de Castilla. Los Alba, Grandes de España, tenían sus dominios en los alrededores de la Sierra de Gredos. El título que da nombre a la estirpe proviene de la villa de Alba de Tormes en Salamanca.

Carlos V
El padre de Fernando, García Álvarez de Toledo, pereció joven. Cayó muerto en una emboscada musulmana durante  el desembarco de Djerba en 1510 cuando servía a las órdenes de Pedro Navarro (otro ilustre al que habrá que dedicarle su espacio).  Huérfano de padre, su abuelo Fadrique le procuró una cuidada educación en el campo de las letras y en el terreno militar. Aprendió latín y fue educado según los valores humanistas propugnados por Erasmo de Rotterdam, con los que había crecido el propio Emperador Carlos V.

A muy pronta edad, Fernando mostró su vocación por la guerra. Su abuelo no le dejaba participar en las batallas –pese a que le permitía acompañarle desde los 6 años- debido a su juventud así que en 1524, con 17 años, se escapó de su casa y se alistó a las órdenes del condestable de Castilla, Íñigo de Velasco, que se dirigía a liberar la plaza de Fuenterrabía ocupada por los franceses. La ciudad fue rendida por hambre. Las tropas españolas repelieron todos los intentos de avituallamiento de la alianza franco-navarra. Fernando se batió con honor en éstas escaramuzas donde muchos franceses y alemanes perecieron: unos ahogados en el río Bidasoa (mientras intentaban proveer de suministros la ciudad sitiada), otros probando el acero español. Por sus actos fue nombrado gobernador de Fuenterrabía por Carlos V. Este episodio ponía fin al conflicto contra los franceses iniciado en 1521. La balanza de poderes en Navarra caía del lado castellano renunciando los gavachos a sus intereses por el momento.


El 27 de abril se casó con María Enríquez de la que tuvo tres hijos. Su cuarto hijo, Hernando, fue fruto de una relación anterior a su matrimonio. Sus hijos no destacaron de forma relevante ni como soldados ni como hombres y mujeres de letras. Poco más se sabe de la vida de Fernando durante éste periodo. En 1531 muere su abuelo, heredando los títulos familiares, sus posesiones y rentas. En éste momento nace el III Duque de Alba y es a partir de ahora cuando se fraguará su leyenda.

Un nuevo general imperial: de la liberación de Viena a la conquista de Túnez

Tras convertirse en Duque, acudió al llamamiento de Carlos V que estaba reuniendo un gran ejército para luchar contra los otomanos que sitiaban Viena. Su amigo y poeta, Garcilaso de la Vega, le acompañó en su viaje, que realizaron sin prisas, recorriendo media Europa. En marzo de 1532 re reunió con el Emperador en Ratisbona. Allí se ultimaron los preparativos y el gran ejército partió en busca de Solimán I. En septiembre las tropas imperiales estaban prestas para enfrentarse al ejército islámico, pero Solimán, viendo el tamaño del imponente ejército de la Cristiandad, decidió levantar el sitio y no arriesgar sus efectivos. La llegada del invierno, y el tamaño de las huestes del Emperador eran motivos más que suficientes para optar por la retirada.


Alba, al mando de un escuadrón de caballería croata, le sugirió al Emperador que persiguiese al enemigo. Pero esto no se llevó acabo aunque…Alba se dio a conocer a los ojos de Carlos V. Cuando el emperador partió rumbo a Italia para entrevistarse con el Papa Clemente VII, Alba recibió el mando de la retaguardia del enorme ejército cristiano. Pero aún así, se había escapado otra oportunidad de mostrar su valía como militar. Pronto llegarían muchas otras. En 1533, aprovechando el respiro que concedía La Paz de las Damas (1529) en la guerra contra Francia, volvió a España con Carlos V para hacer frente a los piratas berberiscos de Barbarroja que habían incrementado su actividad en las costas mediterráneas de España e Italia. Para ello, el Emperador preparó una expedición con la intención de conquistar La Goleta y Túnez.
Alba, acompañado por su hermano y su hijo mayor,  obtuvo la capitanía de un cuerpo de caballería pesada. No era mucho, pero suficiente para cincelar su currículo. El cargo no era demasiado importante teniendo en cuenta que se trataba de una expedición marítima pero daba mucho prestigio.


Conquista de La Goleta y Túnez por el emperador Carlos V

Marqués del Vasto
El pirata Barbarroja se había convertido, por aquel entonces, en el azote del Mediterráneo. Sus dominios en el Norte de África no paraban de crecer. La mano armada del Gran Sultán en el Mare NOSTRUM era Rey de Argel, Trémecen y también de Túnez habiendo destronado al soberano legítimo, vasallo de España, que solicitó ayuda del Emperador para recuperar su trono. Las costas españolas y de los reinos de Italia eran hostigadas cada vez con mayor virulencia. Carlos V debía tomar cartas en el asunto con la mayor urgencia si quería poner trabas al creciente poder otomano en el Mediterráneo. 

Para ello preparó una flota de 420 galeras hispánicas, sicilianas, genovesas y papales a cargo del Marino Invicto, Don Álvaro de Bazán. En ellas se embarcó un poderoso ejército compuesto por 4000 veteranos de los Tercios Viejos a las órdenes del Marqués del Vasto (otro personaje al que dedicaremos su espacio en éste blog). 8000 bisoños dirigidos por Alba, 7000 alemanes, 4000 italianos, 2000 portugueses y unos 500 jinetes españoles que también se pusieron a las órdenes Fernando.



La expedición zarpó de Barcelona el 30 de mayo de 1535 haciendo escala en Mallorca y Cerdeña para reunirse con los aliados. Finalmente arribaron a la costa de Túnez y desembarcaron cerca de las ruinas de Cartago. Los musulmanes intentaron impedirlo pero los Tercios Viejos desbarataron todos los intentos y el grueso del ejército puso pie en tierras africanas sin ninguna incidencia a destacar. La tropa se dirigió a La Goleta, una plaza amurallada y bien artillada, puesto avanzado para la defensa de Túnez. Un mes costó tomarla. Los defensores lucharon con tesón inusitado contra los duros españoles y sus aliados… hubo infinidad de combates y escaramuzas pero finalmente se impuso la destreza de las tropas imperiales y la plaza quedó sitiada completamente. La Goleta fue sometida a un incesante fuego artillero hasta que el 14 de julio se abrió una brecha en el muro. Los Tercios Viejos, compuestos de veteranos, se lanzaron al asalto en un ataque arrollador que barrió a los defensores otomanos.

El camino hacia Túnez estaba abierto y hacia allí se dirigieron los ejércitos de Carlos V. El 20 de julio, Barbarroja salió con sus tropas a presentar batalla frente a los muros de Túnez. Se estipula que sus fuerzas ascendían a 80000 infantes y 25000 jinetes… Seguramente estas cifras están infladas pero lo que parece un hecho es que las tropas musulmanas superaban en número a las cristianas. Eso sí, no eran rival para la novedosas artes de la guerra de los Tercios. Los ejércitos hispánicos vencieron con relativa facilidad gracias a su núcleo duro de veteranos y jinetes selectos y también gracias a una revuelta en el interior de la ciudad perpetrada por los presos cristianos que se hicieron con el control de la fortaleza de Barbarroja. Éste intentó someterlos pero no fue capaz y hostigado desde dos frentes decidió echarse a la mar perseguido por las galeras de Bazán. 

En manos del Emperador cayó mucho equipo, cañones, barcos y tesoros. Alba estuvo presente en estás batallas pero su papel fue muy poco relevante debido a que sus tropas solo participaron en la toma del puerto de Túnez y durante el asalto final estuvieron en retaguardia. Aún así recuperó la armadura de su padre que se hallaba entre los tesoros capturados y el prestigio de su casa creció como la espuma. A partir de éste momento. Fernando Álvarez de Toledo se convertiría en el brazo armado del Imperio.

23:59 En el siguiente post trataremos sobre su ascensión a la élite militar con sus intervenciones en una nueva guerra contra Francia y por su papel en uno de los principales episodios de su currículum: La Batalla de Mühlberg

domingo, 5 de agosto de 2012

Asalto a la Colina del Suicidio: informe de batalla

Las defensas rebeldes esperan el asalto republicano
Este viernes en el Somatent del Club Alpha Ares de Barcelona hemos decidido jugar una partida de Guerra Civil Española con nuestras tradicionales miniaturas en 10 mm de la marca Pendraken pero variando las reglas. Battlefront, un reglamento pensado para Segunda Guerra Mundial, ha sido elegido para sustituir, en esta ocasión, al suplemente España en Llamas de Flames of War. La partida fue de lo más divertida, sin trampas a destacar por el bando nacional... pues los objetivos estaban bien distribuídos y no hubo tropas que cambiasen sospechosamente de lugar. Nada que objetar, excepto alguna consideración sobre las pendientes suaves (:P). Se trata de un juego en el que se necesita potencia de fuego para sacarle todo el partido (está pensado para 2ª GM). En Guerra de España todo el peso recae en la infanteria, pues los carros y cañones no tuvieron un peso tan determinante como en la 2ª GM, y al final puede resultar un poco denso para aquellos que no estén habituados a los wargames. ¿Mi opinión personal? Me encantó! Los asaltos me parecen mucho más realistas que los del España en Llamas y las reglas en general me convencen más que las de Battlefront, sobre todo en lo referente al fuego defensivo. Pero ésto no es una reseña de un libro de normas; es un informe de batalla así que... sin más dilación, vamos al grano.

Gruas y Almudévar dispuestos a dar la vidar por Dios, por el Caudillo y por España
Al soldado Soto le temblaban las piernas. Acababa de incorporarse a filas hacía un par de semanas y aún no tenía experiencia de combate. Soto había dejado la plácida vida de su pueblo aragonés para enrolarse en la Segunda Compañía de la Guardia de Asalto del ejército popular de la República. Sus manos temblaban y casi no podía sujetar el fusil. Algunos compañeros veteranos intentaban darle ánimos e insuflarle valor. La ofensiva del Jarama no iba bien y si se quería atenuar la presión de los rebeldes sobre Madrid, era de vital importancia tomar los cerros que rodeaban el valle del Jarama. No iba a ser fácil; el capitán Segura se sentaba entre los veteranos con cara de preocupación. Un veterano le dió un pequeño capón a Soto mientras le aprestaba a entrar en tensión.
Capitán Segura al mando de la Guardia de Asalto y la Benemérita al lado del General Ribé con gorro de miliciano al frente del Ejército Popular
-Sotillo, novato! Prepara los cojones... que hoy te van a hacer falta a juzgar por la cara del Jefe.
Soto era nuevo pero no tonto. Habría combate y viendo las escarpadas pendientes no sería un ataque fácil. Soto fijó su mirada en aquellas lomas. Según el capitán, los rebeldes habían tomado las cotas. Esas posiciones estaban defendidas por las temibles tropas moras y seguramente el Tercio de Extranjeros estaría en reserva para reforzar las brechas apoyado por fuego de mortero. Soto no conseguía ver al enemigo pero era evidente que estaba allí. El general Ribé llamó a los oficiales de la tropa y les arengó a tomar posiciones. El plan republicano era concentrar fuerzas en un asalto sobre el Cerro de los Ángeles, apoyado por un pelotón de carros y bajo una cortina de fuego artillero de un cañón de 76 mm (en realidad nada). Una compañía de la Guardia de Asalto asaltaría el monte vecino y un batallón de la Guardia Civil iría por el centro de ambas posiciones para apoyar  adonde fuera necesario. El cañón republicano comenzó a rugir y pronto fue evidente que no serviría de nada. Los fachas estaban muy bien atrincherados y el fuego artillero era insuficiente.

La Guardia Civil por el Centro y la Guardia de Asalto. Al fondo el avance del ejército popular y los carros
Ribé dió la orden de ataque y los hombres salieron de las trincheras. Dos batallones de tropas populares avanzaron a cubierto del bosque junto a los carros. Los Civiles salieron a campo abierto en busca de la cobertura de un rocadal, y la Guardia de Asalto avanzó sobre la cota de la derecha. Soto dejó de lado su ensimismamiento y se lanzó a la carrera tras un veterano.
Los morteros nacionales reciben con saña a los republicanos cuando comienzan a salir del bosque
El Teniente Gruas se despertó de golpe por el impacto cercano de un obús. Cogió su pistola y su gorra y apremió a sus tropas moras. Los Rojos atacaban y aquella posición debía resistir a toda costa. Más abajo el Tercio dirigido por el Capitán Almudévar preparaba los morteros y la infantería se lanzaba pendiente arriba para reforzar las posiciones de sus aliados norteafricanos. El moro Jalal se parapetó en su foso de tirador rodeado de regulares y legionarios. Ni se imaginaba lo que se les venía encima. Los nacionales habían fortificado mucho el cerro de los Angeles y sus defensas en las otras posiciones eran más débiles. Las primeras hordas bolcheviques salían del bosque cercano y Gruas ordenó fuego sostenido de mortero.

Defensas nacionales en el Cerro de los Ángeles mientras llegan los primeros legionarios de refuerzo
Los obuses llovían entre las tropas republicanas que corrían cómo demonios hacia el Cerro de los Ángeles, mientras los anticarros lograban ralentizar a los T26. Poco tiempo le bastó a Gruas para darse cuenta que los morteros de la Legión no frenarían aquel ataque.
- Soldados de España, es momento de dar vuestra sangre por la patria y el Caudillo. Dios os observa legionarios. Tábaco y un saco de monedas para el moro que consiga más cabezas comunistas!

Un obús hizo saltar en pedazos una posición de tirador y varios moros quedaron hechos pedazos, los republicanos se encontraban ya al pie de la colina y subían como hormigas por la pendiente ignorando la lluvia de mortero y las bajas causadas por las ametralladoras rebeldes que rugían sin cesar sembrando de muerte las filas de las tropas gubernamentales. Los Civiles parecían hechos de acero. Un enorme sargento con prominente mostacho y pistola en alto encabezaba el avance. Los expertos fusileros sembraron de bajas a los moros del centro y los hicieron retroceder a casi todos. Pero la posición fue sostenida por los fascistas por el heroico valor del moro Jalal y los hombres de la primera sección de fusileros del Tercer Tercio de la Legión.

El ejército popular se lanza a por la cima sufriendo muchas pérdidas
El cerro de la derecha, muy debilitado, se preparó para recibir una virulenta carga de la Guardia de Asalto. Las balas de las LMG silbaban abatían hombres sin cesar pero había que avanzar. Un veterano quedó herido delante de Soto. Aquello estaba siendo una carnicería y Soto se asustó, se hizo el muerto puso a cubierto a su compañero y se quedó allí, esperando a que todo pasase. Los equipos de ametralladora del Ejército Popular silenciaron los anticarro fascistas. Los T 26 se lanzaron a toda máquina en apoyo de la vanguardia republicana mientras dos compañías entraron en contacto con el enemigo a bayoneta calada. Muchos moros cayeron pero las terribles pérdidas causadas por las ametralladoras y la enconada resistencia de los defensoras hicieron retroceder a los republicanos. Ribé no tuvo más remedio que reorganizar sus tropas y preparar un segundo asalto para apoyar a los Civiles que habían abierto brecha entre los rebeldes. Pero ahora estaban sólos.
 
La Guardia al Asalto
El sargento Gutierrez, de Villarobledo, acababa de volarle los sesos a un legionario. Sus hombres habían matado y hecho retroceder a un gran número de nacionales pero el apoyo del Ejército Popular no llegaba y tropas de refresco del Tercio de Extranjeros habían llegado a reforzar las maltrechas líneas nacionales. El Asalto de la Guardia de Civil se detuvo y se pasó a un terrible combate a bayoneta y armas cortas que dejó el terreno sembrado de cadáveres. Gruas, también de Villarobledo, distinguió a Gutierrez. Aquel tío tenía un par de pelotas y no iba a ceder. Unos pocos moros seguían aguantando y el joven Jalal se arrapaba al terreno como un mejillón liquidando a todo picoleto que se acercaba. Ninguno de los dos bandos cedía.

Los civiles de Gutierrez hacen retroceder a los fascistas.. pero el puto Jalal resiste
El cerro de la derecha asediado por los Guardias
La Guardia de Asalto también entabló combate en el cerro de la derecha. La primera línea sufrió un severo correctivo, pero los equipos de ametralladoras tomaron posición y comenzaron a limpiar la colina de fascistas. La segunda oleada de Guardias de Asalto se lanzó al combate en apoyo de los pocos compañeros que sostenían, con mucho sufrimiento, la primera línea.

Ribé reorganizó a sus hombres y lanzó un segundo ataque sobre el Cerro de los Ángeles. Gruas decidió pasar a la acción y dió la orden de carga a los defensores de la cota. Una unidad de moros y los pocos legionarios vivos se lanzaron en contracarga pendiente abajo. Los T26 subían por la pendiente y Ribé decidió enviarlos en apoyo de Gutierrez con la intención de aplastar a los moros que tenían trabado el ataque de la Benemérita. El centro se había convertido en un baño de sangre. Los legionarios de refresco estaban haciendo retroceder a las desgastadas formaciones de la Guardia Civil pero el sargento Gutierrez permaneció impasible. Rodeado de legionarios, se defendía como un león junto a unos pocos hombres. De repente, varios T26 alcanzaron la cima y atravesaron las posiciones nacionales, arrollando a los moros supervivientes. Jalal evitó ser aplastado por las orugas lanzándose a un hoyo.

El segundo asalto de Ribé apoya las comprometidas posiciones de la benemérita y logra desgastar el Cerro de los Ángeles
Los carros tomaron por sorpresa a los aguerridos legionario, que detuvieron su avance. El resto de la unidad de Guardias Civiles se reorganizó y se lanzó al rescate del sargento Gutiérrez, que permanecía en pie matando rebeldes con su pistola. En la derecha, la Guardia de Asalto no lograba resultados. Los defensores estaban diezmados pero los asaltantes habían perdido el 70 por ciento de efectivos y se retiraron al pie de la colina al amparo de sus ametralladoras que seguían ablandando la cima. Los nacionales habían logrado defender el segundo objetivo a costa de un precio horrible. Dos tercios de ambas unidades perm.anecían inertes en las abruptas pendientes del campo de batalla. Soto llevó a hombros a su compañero herido hasta una posición segura.




La Guardia de Asalto retrocede hasta sus ametralladoras a causa de la sólida defensa nacional. Sotillo salva la vida.


Los republicanos están en la cima
La contracarga de Gruas había tenido éxito forzando a la primera compañía del ejército popular a retirarse por completo. La unidad fue exterminada sin remisión por los aguerridos africanos, llegando al campamento base un puñado de supervivientes. La segunda compañía tuvo más suerte y llegó a la cima del Cerro de los Ángeles. El objetivo no podía darse por tomado porque había algunos efectivos enemigos que mantenían la posición, pero en ese punto la superioridad republicana era patente. En el centro, los T26 habían penetrado demasiado en las posiciones fascistas y elementos de la Legión destruyeron el batallón al asalto con bombas de mano. El asalto de la Guardia Civil dió su fruto y lograron romper el cerco rescatando a Gutierrez. Las pérdidas eran elevadas y era prioritario retroceder hasta las posiciones de ametralladora para preparar un nuevo asalto. Gutierrez dió la orden de retirada no sin antes cargarse de un balazo al pobre Jalal, que tras aguantar como un jabato no logró sobrevivir al mostacho y las enormes pelotas del duro sargento. Los legionario recuperaron la posición en el centro y sin amenaza próxima se lanzaron en apoyo a las comprometidas unidades de la cima del Cerro de los Ángeles. La resistencia republicana se quebró y Ribé ordenó retirada general. Los perros fascistas habían aguantado. Los Viva España resonaron en las cimas mientras la recien llegada aviación italiana bombardeaba la retirada roja. ¡Victoria Rebelde!
El centro: un baño de sangre
23:59 La partida estuvo muy reñida. Todo dependía de tiradas más o menos afortunadas. En esta ocasión la suerte sonrió a los rebeldes que se defendieron con uñas y dientes (aunque con grandes pérdidas). Los ejércitos republicanos no quedaron mucho mejor. Se retiraron habiendo perdido más de la mitad de sus efectivos. Sin duda es un reglamento a tener en cuenta y al que espero volver a jugar. Sobre el informe, decir que los nombres de localizaciones corresponden a escenarios reales de la batalla del Jarama. Aunque me he tomado la licencia de modificar algunos detalles, como las unidades, para que encajen con la partida. Fue una sangrienta batalla cuerpo a cuerpo que me encantó. Espero que os guste el informe.


La Guardia Civil debe retroceder tras sostener un endiablado combate con la élite nacional