Luis XVIII |
En 1820, Riego instauró el Trienio Liberal. Este régimen,
junto a la Pepa (Constitución de Cádiz de 1812), supuso un revés para las
monarquías absolutas que mantenían su hegemonía en Europa tras vencer a
Napoleón. Desde el primer momento fue obvio que no permitirían que este sistema
prosperase ni, mucho menos, que se expandiese por el resto del continente. El
Zar Alejandro I intentó acabar con el gobierno de Riego en los congresos de
Troppau y Laibach (1820 y 1821) pero su iniciativa no tuvo éxito gracias a la
oposición firme de Inglaterra. El ministro Castlereagh se oponía a la
intervención de un país si éste no amenazaba la seguridad del resto.
Los absolutistas europeos no desistieron. Francia estaba más
interesada que nadie en acabar con un régimen que podía propagarse por su
territorio e insistió constantemente en la necesidad de una intervención. Será
en el congreso de Verona (1822) cuando la petición prospere recibiendo con
celeridad el apoyo de Prusia, Austria y Rusia. Inglaterra se negó a participar
pero no se opuso a que la invasión se realizase siempre y cuando los invasores
abandonasen el territorio una vez conseguido el objetivo. Cualquier intento de
anexión, dominio permanente o apropiación de colonias sería considerado acto de
guerra por los ingleses. Así se dio vía libre a los preparativos para acabar
con el régimen de Riego.
El duque de Angulema |
Luis XVIII puso a su sobrino, Luis Alfonso de Artois duque de Angulema, al frente de las operaciones. Los preparativos comenzaron ya en
1822 con el objetivo de organizar una invasión eficaz que minimizase el impacto
sobre la población civil. Tras la derrota de Napoleón se habían introducido una
serie de cambios en la organización del ejército revolucionario para adecuarlo
a las exigencias de la nueva era.
Se había purgado a la oficialidad; ésta se compuso
exclusivamente de veteranos y profesionales. La cadena de mando era muy eficaz.
Las tropas estaban bien entrenadas y equipadas. Y se logró preparar una fuerza
de 90000 infantes y 20000 jinetes apoyados por 108 piezas de artillería.
También se sumaron a la expedición las flotas del Mediterráneo y el Atlántico.
Para evitar los saqueos y agresiones sobre la población se aprontó una gran
cantidad de fondos en efectivo. Unos agentes acompañarían al ejército y
comprarían los suministros sobre el terreno, a proveedores autóctonos, pagando
con dinero contante y sonante.
Además, se dio una importancia capital a las pautas de
comportamiento de la tropa. Los agentes vigilarían en todo momento que, éste,
fuese ejemplar de la misma manera que la imagen. Estas medidas tuvieron un
rotundo éxito. Tanto que la población recibía a los franceses como auténticos
libertadores. La estampa del soldado francés de elegante uniforme y excelente comportamiento
dio pie al dicho popular “eres más bonito que un San Luis”.
El gobierno liberal español esperaba la invasión de un
momento a otro pero por muchos motivos no fue capaz de preparar una defensa
eficaz. Era necesario reclutar un ejército casi desde cero. Las guerras de
independencia de las colonias americanas obligaban a enviar los soldados más
experimentados y el mejor equipo para defender el Imperio. Así pues, no hubo
más remedio que recurrir a una leva de 30000 hombres, suspender las licencias y
llamar de nuevo a filas a los cumplidos de servicio.
La preparación fue nefasta. Los generales y los altos
oficiales estaban más preocupados por incidir en la vida política que por
estructurar una campaña eficaz. La mala preparación y la falta de equipamiento hicieron
el resto. No todo fue culpa de la oficialidad. Su actitud influyó; pero también
el hecho de que en ningún momento dirigieron unas tropas capacitadas para
enfrentarse a los franceses de tú a tú. La única esperanza era el alzamiento
popular pero las gentes del país no estaban por la labor de defender un
gobierno liberal que no entendían y que tampoco había aliviado su situación.
A todos estos contratiempos se añadió el notable aumento de
la actividad de las partidas absolutistas que actuaron como quinta columna.
Estas Partidas de la Fe se animaron ante la perspectiva de una invasión
francesa y se pusieron a la vanguardia de las tropas de la Santa Alianza en
cuanto estas pisaron territorio español. Los preparativos para la defensa
fueron demasiado lentos. Cuando el ejército francés comenzó la invasión, de los
120000 hombres previstos sólo se habían logrado movilizar un tercio.
Espoz y Mina disponía del ejército más poderoso. 25000
hombres que no pudieron actuar fuera de Cataluña debido a la actividad de los
realistas y a la invasión de un ejército francés. Aún así, fue en Cataluña
donde “se refugio el honor militar de la
nación”. Mina optó por una táctica defensiva –quizá no la más adecuada
teniendo en cuenta la potencia de sus fuerzas- consistente en resistir al
invasor bien fortificado en las principales plazas mientras hostigaba al
enemigo con una fuerza móvil. Lo cierto es que para bien o para mal, esta
estrategia paralizó a los invasores en Cataluña. Ciudades como Barcelona
cayeron mucho después de que el gobierno liberal capitulase.
Espoz y Mina |
Ballesteros tenía más hombres bajo su mando, 35000, pero
estaban muy dispersos y desorganizados desplegados en un frente muy extenso.
Teniendo en cuenta que recibieron el ataque del grueso francés (Los Cien Mil
Hijos de San Luis) no pudieron hacer mucho al respecto, simplemente retirarse.
Se ha criticado mucho la decisión de Ballesteros de retroceder hacia Levante
dejando expuesta Madrid. Quizá tenía la esperanza de poder unir sus fuerzas a
las de Espoz y Mina pero éste hecho tampoco se llegó a dar.
Las reservas no llegaban a los mínimos. Bisbal sólo pudo
reunir 10000 hombres y Morillo 3000. El resto de fuerzas de Morillo (unos 12000
hombres) estaban desplegadas en Galicia y Asturias, muy lejos del teatro de
operaciones principal, y no pudieron intervenir. Se acabarían uniendo a los
franceses cuando se enteraron del secuestro de Fernando VII. El quinto ejército
no era más que un nombre pues Villacampa sólo disponía de las guarniciones de
Sevilla y Cádiz.
Este ejemplo resume muy bien el panorama militar español. La
organización del ejército estipulaba que la caballería debía componerse de
18000 hombres. La realidad era que sólo disponían de 9000 soldados y de 4700
caballos. Y estos desbarajustes podían extrapolarse a todos los estratos
militares.
La noche del 7 de abril Angulema cruzó el Bidasoa penetrando
en la península. La resistencia militar española fue rápidamente puesta en fuga
y obligada a retirarse. Era una ejército con mínima instrucción, escasa moral y
que no compartía los ideales liberales por los que les obligaban a luchar. Al principio el avance era lento pero tras
entrar en Zaragoza sin oposición y ser recibidos por la población con los
brazos abiertos los franceses aceleraron su avance. Al rebasar la línea del
Ebro, el gobierno huyó con el rey a Sevilla. Ballesteros había huido a Levante
y las reservas no tenían suficientes efectivos para plantear cualquier intento de
resistencia. Toda la mitad norte estaba a merced de los franceses.
El 24 de mayo Angulema entró en Madrid aclamado por el
pueblo. Su campaña era un paseo triunfal en el que los conatos de resistencia
eran débiles y fácilmente dispersados. La población aclamaba a los galos a la
voz de “¡Viva el ejército francés! Y
¡Viva el rey absoluto!”. Tomada la capital se instauró una regencia
integrada por consumados partidarios del absolutismo que en seguida iniciaron
una gran represión sobre los liberales. La capitulación de Madrid provocó que
las Cortes se trasladasen a Cádiz. El rey se negó a hacerlo y lo depusieron
alegando un trastorno mental obligándolo por la fuerza a partir hacia la tacita
de plata.
Fernando VII |
Fue la única batalla de relevancia y tampoco tuvo una gran
envergadura. Los españoles se fortificaron en las montañas donde la caballería
quedaba anulada. La defensa estaba muy mal planteada y los franceses tomaron
rápidamente los puntos clave. Los españoles sólo resistieron en el castillo.
Allí repelieron los asaltos franceses durante
tres días haciendo muchas bajas por fuego de fusilería. Pero controladas las
cotas de los alrededores, el castillo fue tomado al asalto al tercer día. Los
ejércitos ya operaban de manera descortinada. Ballesteros fue puesto fuera de
combate y Mina no podía salir de Cataluña. Sin oposición los franceses sitiaron
Cádiz.
La plaza estaba bloqueada por tierra y mar siendo imposible
socorrerla por ningún medio. La Milicia Nacional se dispuso a luchar hasta el
último hombre pero cuando los franceses tomaron el Trocadero, la ciudad quedó a
merced de los bombardeos por tierra y mar. Los defensores acabaron por
rendirse. Angulema exigió que las condiciones de paz sólo las trataría con el
rey. Las Cortes le liberaron haciéndole firmar una declaración escrita en la
que el monarca se comprometía a “un
olvido general, completo y absoluto de todo lo pasado”.
Cuando fue puesto en libertad y estuvo al amparo de las tropas
francesas, Fernando VII impulsó una brutal represión contra los liberales dando
entrada a un nuevo periodo en la historia de España conocido como Década
Ominosa (1823-1833). El ejército francés fue recibido con honores y Angulema
como un héroe a su llegada a Paris. El prestigio francés había sido restaurado
allí donde Napoleón se lo dejó. Chateaubriand dijo de Angulema la siguiente
sentencia: “Recorrió de un paso las
Españas, y tuvo éxito donde Bonaparte había fracasado, hizo en seis meses lo
que aquel no pudo hacer en siete años, ¡Es un verdadero prodigio!”.
23:59 Angulema
hizo una planificación digna de admirar. Es cierto que el ejército español no
estaba a la altura por muchos motivos pero el avance francés estuvo muy bien
organizado. Todas las tropas avanzaron en bloque dándose apoyo y evitando que
algún elemento del ejército quedase aislado para evitar desastres como el de
Bailén. La población no se opuso a la invasión sino todo lo contrario. La
ausencia de las guerrillas facilitó las cosas a los franceses que se
comportaron de una manera modélica. Las comunicaciones y las retaguardias no
fueron hostigadas. No hubo emboscadas. Los escasos intentos de batalla no
pudieron ni denominarse como tal. Pues el ejército español, mal preparado y
desmoralizado, se limitó a retirarse constantemente. Sólo Espoz y Mina mantuvo
en jaque a las tropas francesas y a los realistas, pero su decisión de ponerse
a la defensiva ha sido muy criticada. Sus tropas eran lo suficientemente
poderosas como para haber derrotado a los franceses y sus aliados absolutistas.
Quedando libre para apoyar la resistencia en otros sectores. Aún así fue
Cataluña el único lugar donde se opuso resistencia al invasor.
Grabado de la batalla de Trocadero |
muy bueno el documento . gracias :)
ResponderEliminarGracias, eso anima a seguir... ahora estoy inmerso en varios artículos sobre el Duque de Alba que tengo intención de publicar en breve.
ResponderEliminarRepito, muchas gracias por leerlo
ME HA GUSTADO. ES UNA ETAPA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA NO SOLO POCO CONOCIDA SINO QUE SUELE PASARSE POR ALTO. LA GENTE SALTA DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA A LA DÉCADA OMINOSA Y... POCO MÁS EN MEDIO, NI LACY, NI RIEGO, NI ANGULEMA Y, MUCHO MENOS, LAS LUCHAS DE LA INDEPENDENCIA AMEEICANA. GRACIAS
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