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domingo, 15 de enero de 2012

Últimos coletazos de un Gran Capitán

Garellano supuso una derrota definitiva para los franceses. Éstos debieron entregar la plaza de Gaeta, su última posesión en el reino de Nápoles, y dejar el Sur de Italia libre para el dominio español. El 11 de febrero de 1504 estos territorios pasan a formar parte, de manera oficial, del patrimonio de la Monarquía Hispánica. El Gran Capitán gobernó Nápoles en calidad de virrey y recompensó ampliamente a los capitanes y soldados que con tanto arrojo habían luchado a su lado en las duras guerras de Italia. Pero pronto había de caer en desgracia tan brillante y leal militar. Pues su proyección eclipsaba la del mismísimo Fernando de Aragón, hábil político y monarca consorte de Castilla.

En 1504 muere Isabel, la principal valedora de Gonzalo, y el recelo del rey ya no encontró freno.
En 1505 don Fernando visitó Nápoles acompañado de su nueva mujer, Germana de Foix, a la sazón sobrina del rey Luis XII. El Gran Capitán, conocedor de los recelos que inspiraba al rey, salió a recibirlo al mar con gran agasajo, y trató de disipar sus temores por todos los medios. A pesar de ello, don Fernando comprobó personalmente que los napolitanos tenían más aprecio a su general que a él mismo, y que con su comportamiento había decepcionado a los napolitanos y a los subordinados del Gran Capitán.
 
Los injustificados recelos del rey aumentaron y, ya que debía regresar a España a hacerse cargo de la situación por la reciente e inesperada muerte de su yerno Felipe I, ordenó al Gran Capitán que entregase el mando y regresase con él a España. Corría el año de 1507. Una vez allí le mantuvo apartado de cargo alguno. En una ocasión le había jurado por "Dios nuestro Señor, por la Cruz y los cuatro Santos evangelios que resignaría a su favor" el cargo de Maestre de Santiago, pero faltó a tan sagrado juramente y le negó lo prometido al Gran Capitán, por lo que éste se retiró a Loja. En 1.512 rompió su amistad con el rey Fernando el Católico.


Antes de su fallecimiento estuvo una temporada de retiro en el monasterio de San Jerónimo de Córdoba, en cuyo cenobio tuvo intención de recluirse el resto de sus días. Murió en Loja en 1.515 a la edad de 62 años. Su cadáver se conserva en la iglesia de San Francisco de Granada.

23:59 La leyenda afirma que el rey le pidió cuentas de su gestión, las famosas "Cuentas del Gran Capitán", pero este hecho no está demostrado documentalmente. Sí es cierto la diferencia de caracteres tan abismal entre el Gran Capitan y el rey don Fernando. Este era tacaño, quizás debido a la penuria de medios económicos de su padre y de él mismo en sus primeros años de reinado como príncipe aragonés. En cambio aquel era bastante generoso: ganaba y derrochaba como un gran señor andaluz, como lo demostró a la hora de recompensar a sus subordinados. Se cuenta que cuando el rey Fernando exigió las cuentas al Gran Capitán éste no pudo más que sentirse herido en su orgullo y contestó de esta guisa al monarca: Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados.

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