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lunes, 31 de octubre de 2011

No es lugar para el Manga

Hoy he constatado que no habita en mí una pasión desmesurada por el mundo que rodea al cómic japonés. O manga, cómo ustedes prefieran. Por lo menos al nivel de los miles de otakus -friquis de la viñeta y la animación nipona- con los que he compartido unas pocas horas de mi vida. Fui, soy y seré lector y consumidor de Manga y Anime; no nos confundamos. Pero esta tarde me he sentido fuera de lugar, en un entorno que no me ha transmitido nada. Quizá por ser la primera vez.

Un olor agradable, mezcla de chocolate fundido y fideos yakitori, ha sido la sensación más potente y gratificante que he percibido tras cruzar, previo pago de la entrada, las puertas que daban acceso a las instalaciones en que, del 29 de octubre al 1 de noviembre, se celebra la doceava edición del Salón de Manga de Barcelona.

Digo esto porque me esperaba otra cosa. Esperaba un lugar donde el Manga, esos pequeños libritos que se leen al revés, tuviesen un papel primordial. Esperaba un lugar con más presencia de lo japonés. Quizá sea por el día, no es puente; o por esta tarde tonta en la que miras al cielo y no sabes si caerán chuzos de punta. Quizá sea yo, ¡Qué más da! La cuestión es que me siento más a gusto en la tienda Norma, que en el circo, con todos mis respetos, que he visto esta tarde. Sólo faltaban un par de payasos -gran profesión-, esa musiquilla tan excitante y ese archiconocido: -"Pasen y vean!".

La mitad de los tenderetes se dedicaban a vender merchandising. Respetable. Aunque decepciona ver tanto espacio usado para vender los mismo que puedes comprar a diario en cualquier tienda de las de toda la vida. Entre los puestos de fideos -muy buenos- y los stands de videojuegos, sin contar los mercachifles del San Antonio que aprovechan cualquier oportunidad para hacer su agosto (pues cobrar entre 50 y 100 euros por un juego que venden por 20 cada domingo me parece un robo), copan sobradamente otro tercio del Salón. Así que el tercio que se ha repartido entre lo que realmente sabe a cómic -Escola Joso, paradas de las editoriales, puntos de venta especializados, stands que relacionen el manga con la cultura japonesa, cursos de dibujo...- se me antoja ridículo.



Pensar que por dar dos metros cuadrados a la Casa de Asia y la Embajada de Japón; pensar que por llenar la Farga de muchachos disfrazados, lo que más me ha gustado junto con el olor del que hablé al principio, ya "tenemos el mejor festival del Estado"; me parece, con perdón, muy pobre. Pues el Manga y el Animé, con sus mayúsculas, son los altavoces de algo mucho más grande. La cultura japonesa. Presumir de un buen festival que obvia esto me parece temerario o mejor aún, de orejas de burro y cara a la pared.

¿Qué pinta tanto videojuego en un salón del manga? Ostras, me pareció estar en el E3! (Una de las ferias más importantes de videojuegos que se celebra anualmente en Los Ángeles). Es cierto que el manga tiene presencia en este mundillo pero no tanta como se piensa. No más que la que puede tener la literatura, el cine o el cómic americano. En fin, he salido con cara de póquer y de camino a casa he intentado poner en orden las cuatro ideas que vertebran esta crónica. No nos engañemos, cinco minutos me han bastado. Los otros venticinco los he dedicado a rezar para que mañana la lluvia no me fastidie la montaña.





23:59 Se me olvidaba destacar la interesante, y pequeña, exposición Samurais de Papel. Sólo por eso merecía la pena pagar la entrada. Es lo que más me ha gustado... bueno, y también la calidad de algunos disfraces de los asistentes. Lo único a destacar. Quizá, como decía al principio, es que no era mi día pero lo que sí es seguro es que hoy no era el día del Salón. Gracias a todos por leer esta modesta crónica, género periodístico que me apasiona pues permite a este humilde escritor caminar sobre la delicada línea que separa la descripción de la opinión.





Juan Segura 

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