Fernado Álvarez de Toledo, Duque de Alba |
Hombre de carácter: “me mueve la cólera de manera que si no
procurase mucha templanza me parecería a mi opinión de hombre frenético”. Su
realidad es la de un gran hombre en el terreno militar e intelectual, que no
supo asimilar los cambios de su época. Fue un fiel servidor utilizado por su
rey y relegado ante el primer atisbo de fracaso; pese a toda la gloria
cosechada y las compensaciones honoríficas murió sin resolver sus problemas
económicos derivados de su decisión de poner todas sus rentas al servicio del
Rey”
Historia National Geographic (no recuerdo el número, recorté
los párrafos hace muchos años).
La fragua de un militar de Hierro
Fernando
Álvarez de Toledo y Pimentel nace en Piedrahita (Ávila) el 29 de octubre de
1507. Hijo de García Álvarez de Toledo , heredero de Fadrique Álvarez
de Toledo, II Duque de Alba, y de Beatriz Pimentel, hija de los
condes de Benavente. Su padre hubiera heredado el título pero murió en África
en 1510, pasando a su hijo primogénito, Fernando. Su nombre se lo pusieron en
honor a Fernando el Católico, Rey de Aragón y regente, no consorte tras la
muerte de Isabel, de la corona de Castilla. Los Alba, Grandes de España, tenían
sus dominios en los alrededores de la Sierra de Gredos. El título que da nombre
a la estirpe proviene de la villa de Alba de Tormes en Salamanca.Carlos V |
A muy pronta edad, Fernando mostró su vocación por la guerra. Su abuelo no le dejaba participar en las batallas –pese a que le permitía acompañarle desde los 6 años- debido a su juventud así que en 1524, con 17 años, se escapó de su casa y se alistó a las órdenes del condestable de Castilla, Íñigo de Velasco, que se dirigía a liberar la plaza de Fuenterrabía ocupada por los franceses. La ciudad fue rendida por hambre. Las tropas españolas repelieron todos los intentos de avituallamiento de la alianza franco-navarra. Fernando se batió con honor en éstas escaramuzas donde muchos franceses y alemanes perecieron: unos ahogados en el río Bidasoa (mientras intentaban proveer de suministros la ciudad sitiada), otros probando el acero español. Por sus actos fue nombrado gobernador de Fuenterrabía por Carlos V. Este episodio ponía fin al conflicto contra los franceses iniciado en 1521. La balanza de poderes en Navarra caía del lado castellano renunciando los gavachos a sus intereses por el momento.
El 27 de abril se casó con María Enríquez de la que tuvo tres hijos. Su cuarto hijo, Hernando, fue fruto de una relación anterior a su matrimonio. Sus hijos no destacaron de forma relevante ni como soldados ni como hombres y mujeres de letras. Poco más se sabe de la vida de Fernando durante éste periodo. En 1531 muere su abuelo, heredando los títulos familiares, sus posesiones y rentas. En éste momento nace el III Duque de Alba y es a partir de ahora cuando se fraguará su leyenda.
Un nuevo general imperial: de la liberación de Viena a la conquista de
Túnez
Tras convertirse en Duque, acudió al llamamiento de Carlos V que estaba
reuniendo un gran ejército para luchar contra los otomanos que sitiaban Viena. Su
amigo y poeta, Garcilaso de la Vega, le acompañó en su viaje, que realizaron sin
prisas, recorriendo media Europa. En marzo de 1532 re reunió con el Emperador en
Ratisbona. Allí se ultimaron los preparativos y el gran ejército partió en
busca de Solimán I. En septiembre las tropas imperiales estaban prestas para
enfrentarse al ejército islámico, pero Solimán, viendo el tamaño del imponente
ejército de la Cristiandad, decidió levantar el sitio y no arriesgar sus
efectivos. La llegada del invierno, y el tamaño de las huestes del Emperador eran
motivos más que suficientes para optar por la retirada.Alba, al mando de un escuadrón de caballería croata, le sugirió al Emperador que persiguiese al enemigo. Pero esto no se llevó acabo aunque…Alba se dio a conocer a los ojos de Carlos V. Cuando el emperador partió rumbo a Italia para entrevistarse con el Papa Clemente VII, Alba recibió el mando de la retaguardia del enorme ejército cristiano. Pero aún así, se había escapado otra oportunidad de mostrar su valía como militar. Pronto llegarían muchas otras. En 1533, aprovechando el respiro que concedía La Paz de las Damas (1529) en la guerra contra Francia, volvió a España con Carlos V para hacer frente a los piratas berberiscos de Barbarroja que habían incrementado su actividad en las costas mediterráneas de España e Italia. Para ello, el Emperador preparó una expedición con la intención de conquistar La Goleta y Túnez.
Alba, acompañado por su hermano y su hijo mayor, obtuvo la capitanía de un cuerpo de caballería pesada. No era mucho, pero suficiente para cincelar su currículo. El cargo no era demasiado importante teniendo en cuenta que se trataba de una expedición marítima pero daba mucho prestigio.
Conquista de La Goleta y Túnez por el emperador Carlos V
Marqués del Vasto |
El pirata Barbarroja se
había convertido, por aquel entonces, en el azote del Mediterráneo. Sus
dominios en el Norte de África no paraban de crecer. La mano armada del Gran
Sultán en el Mare NOSTRUM era Rey de Argel, Trémecen y también de Túnez habiendo
destronado al soberano legítimo, vasallo de España, que solicitó ayuda del
Emperador para recuperar su trono. Las costas españolas y de los reinos de
Italia eran hostigadas cada vez con mayor virulencia. Carlos V debía tomar
cartas en el asunto con la mayor urgencia si quería poner trabas al creciente
poder otomano en el Mediterráneo.
Para ello preparó una flota
de 420 galeras hispánicas, sicilianas, genovesas y papales a cargo del Marino
Invicto, Don Álvaro de Bazán. En ellas se embarcó un poderoso ejército
compuesto por 4000 veteranos de los Tercios Viejos a las órdenes del Marqués
del Vasto (otro personaje al que dedicaremos su espacio en éste blog). 8000
bisoños dirigidos por Alba, 7000 alemanes, 4000 italianos, 2000 portugueses y
unos 500 jinetes españoles que también se pusieron a las órdenes Fernando.
La expedición zarpó de
Barcelona el 30 de mayo de 1535 haciendo escala en Mallorca y Cerdeña para
reunirse con los aliados. Finalmente arribaron a la costa de Túnez y
desembarcaron cerca de las ruinas de Cartago. Los musulmanes intentaron
impedirlo pero los Tercios Viejos desbarataron todos los intentos y el grueso
del ejército puso pie en tierras africanas sin ninguna incidencia a destacar.
La tropa se dirigió a La Goleta, una plaza amurallada y bien artillada, puesto
avanzado para la defensa de Túnez. Un mes costó tomarla. Los defensores
lucharon con tesón inusitado contra los duros españoles y sus aliados… hubo
infinidad de combates y escaramuzas pero finalmente se impuso la destreza de
las tropas imperiales y la plaza quedó sitiada completamente. La Goleta fue
sometida a un incesante fuego artillero hasta que el 14 de julio se abrió una
brecha en el muro. Los Tercios Viejos, compuestos de veteranos, se lanzaron al
asalto en un ataque arrollador que barrió a los defensores otomanos.
El camino hacia Túnez
estaba abierto y hacia allí se dirigieron los ejércitos de Carlos V. El 20 de
julio, Barbarroja salió con sus tropas a presentar batalla frente a los muros
de Túnez. Se estipula que sus fuerzas ascendían a 80000 infantes y 25000
jinetes… Seguramente estas cifras están infladas pero lo que parece un hecho es
que las tropas musulmanas superaban en número a las cristianas. Eso sí, no eran
rival para la novedosas artes de la guerra de los Tercios. Los ejércitos
hispánicos vencieron con relativa facilidad gracias a su núcleo duro de
veteranos y jinetes selectos y también gracias a una revuelta en el interior de
la ciudad perpetrada por los presos cristianos que se hicieron con el control
de la fortaleza de Barbarroja. Éste intentó someterlos pero no fue capaz y
hostigado desde dos frentes decidió echarse a la mar perseguido por las galeras
de Bazán.
En manos del Emperador cayó mucho equipo, cañones, barcos y tesoros.
Alba estuvo presente en estás batallas pero su papel fue muy poco relevante
debido a que sus tropas solo participaron en la toma del puerto de Túnez y durante
el asalto final estuvieron en retaguardia. Aún así recuperó la armadura de su
padre que se hallaba entre los tesoros capturados y el prestigio de su casa
creció como la espuma. A partir de éste momento. Fernando Álvarez de Toledo se
convertiría en el brazo armado del Imperio.
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