Vlad III el Empalador |
Drácula, el vampiro más reputado de todos los tiempos tiene
su origen en la figura de un príncipe de Valaquia que vivió durante el siglo
XV. Su exacerbada crueldad y sadismo se contraponían a su fama de hombre
vigoroso y gran guerrero defensor de la fe católica y la justicia. Esta dualidad
creó el mito que siglos más tarde se convertiría en el icono del terror
literario y cinematográfico gracias a la obra de Bram Stoker.
Nació en 1431 en Sighisoara (Transilvania); era
hijo de Vlad II Dracul y de una noble transilvana. Poco se sabe de su infancia,
sólo que tuvo dos hermanos –Radu y Mircea- y que su educación estuvo a cargo de
su madre hasta que su padre volvió del exilio y reclamó con éxito el trono de
Valaquia en 1436. En esta época su educación se puso en manos de un veterano
caballero boyardo (famoso por su papel contra los turcos en la batalla de Nicolópolis)
que le instruyó en el arte de la guerra y la política.
Vlad III recibió el sobrenombre Draculea heredado
de su padre. Desde este momento y por culpa de un nombre se comenzó a fraguar
su leyenda. El padre de Vlad era miembro de la Orden del Dragón (Drac en húngaro)
de ahí que se le conociese como Vlad Dracul. Su hijo recibió el mismo nombre
con el sufijo ulea (hijo de). Sin embargo el significado de la palabra Dracul
difería en rumano. En Rumania no existía la figura del dragón y Dracul
significaba diablo. Por tanto, Vlad III Draculea sería conocido como Vlad III,
hijo del diablo.
Un gran guerre de enorme valor y terrible crueldad |
Su interés por la tortura aún intensificó mucho más
su fama de hombre cruel y sádico. Un auténtico diablo que según las leyendas: “…solía
cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o mojando pan en ella”. En sus tres
periodos de gobiernan, que suman siete años, se cree que ajustició a más de
100.000 personas con métodos variados y diversos, aunque el empalamiento destacó
por encima del resto. De ahí que recibiese el nombre definitivo de Vlad Tepes
Draculea: Vlad, el Empalador hijo del diablo.
En 1444, Vlad con trece años y su hermano Radu
fueron enviados por el padre –voivoda o rey de Valaquia- a la corte del sultán
otomano en señal de servicio y respeto al Turco. Esta práctica era muy habitual
en el medioevo. Durante cuatro años permanecieron como rehenes pero no les faltó
de nada y continuaron su educación y formación. Tras ser liberados, los turcos
apoyaron a Vlad para ocupar el trono de Valaquia –aunque su primer mandato duró
apenas dos meses- mientras que su hermano pequeño permaneció en Turquía.
El imperio otomano se expandía por el suroeste de
Europa: Grecia quedó sometida desde la década de 1360, Serbia desde 1389 y
Bulgaria en 1396. Frente a los otomanos se encontraban el reino de Hungría y
los principados en los que entonces se dividía la actual Rumania: Valaquia y
Moldavia, junto a Transilvania, territorio autónomo perteneciente a Hungría.
Las guerras de frontera se convirtieron en una
constante, lides de una violencia inusitada en las que las ejecuciones y
represalias masivas estaban a la orden del día. Vlad de Valaquia fue un
producto de este ambiente, y su vida fue una lucha constante por la
supervivencia y por el poder.
Tras ser depuesto por el príncipe húngaro, Vlad se
refugió en la corte del sultán otomano, con la esperanza de que lo ayudara a
volver a Valaquia pero su interés no fue satisfecho y en 1449 se instaló en
Moldavia. Aquí se alió con sus parientes y un poco más tarde pasó a
Transilvania donde comenzó a buscar aliados y a formar un ejército para hacerse
nuevamente con el trono de Valaquia.
La oportunidad se le presentó cuando Mehmet II
conquistó Constantinopla en 1453. Hungría, con el turco tocando sus fronteras
comenzó a buscar aliados para detener una posible ofensiva y aceptó a Vlad como
voivoda de Valaquia. Éste perdonó al país vecino por la muerte de su padre y su
hermano y participó en las batallas destacando en el combate por sus tácticas
de guerrilla y su gran valor y coraje. Se convirtió en el azote de los turcos.
Por fin en 1456 se convirtió en rey de Valaquia. En este periodo se desmarcó de
los otomanos y de los húngaros haciendo de su reinado una constante de
enfrentamientos externos e internos –pues tenía muchos opositores entre la
nobleza boyarda-.
Durante esta etapa se granjeó su fama de hombre
cruel, amante de la tortura y el sufrimiento. Las rebeliones internas fueron
silenciadas con una represión brutal y la fama de su bestialidad cuajó entre
sus enemigos que lo respetaban y temían a partes iguales por su gran valía como
militar y su terrible crueldad hacia los prisioneros.
El método preferido era el empalamiento. Él no lo
inventó, ya se remontaba a los tiempos del imperio Asirio y aprendió esta técnica
durante su estancia en la corte otomana. La muerte por empalamiento era lenta y
dolorosa. Y Vlad llevó el perfeccionamiento hasta su máximo nivel. A la mayor
parte les atravesaba el cuerpo por el estómago. El propio peso del cuerpo hacía
que la estaca los atravesase.
Pero en muchas ocasiones y para dar ejemplo
empalaba a muchos de una manera aún más siniestra. Sin afilar la punta de la
estaca, se introducía por el ano con la ayuda de caballos y esta atravesaba
todo el cuerpo hasta que extraían la punta por el hombro derecho. La punta roma
de la estaca hacía de tapón y ralentizaba la hemorragia haciendo que la agonía
del empalado durase entre dos y tres días.
Era un devoto del orden y la justicia, despreciaba
la vagancia. En una ocasión ante el aumento preocupante de mendigos y pobres en
su reino decidió reunirlos a todos en una gran granja e invitarles a un
banquete. Los asistentes comieron y bebieron durante todo el día. Al caer la
noche Vlad les preguntó si les gustaría vivir sin preocupaciones durante toda
su vida. La respuesta fue un sí al unísono. Tepes ordenó sellar el edificio y
le prendió fuego con todos los mendigos dentro. Entre 3000 y 5000 personas
murieron calcinadas.
Castillo de Bran en Tirgoviste. La morada de Drácula construido por nobles boyardos esclavizados |
También se cuenta que en una ocasión paseando por
las calles de Tirgoviste vio a un campesino con la camisa corta y los
pantalones rotos. Le preguntó porque vestía de aquella manera y mandó traer a
su mujer a la que acusó de no cuidar a su hombre. Fue empalada y al labriego se
le adjudicó una nueva esposa que en principio se negó a casarse con el
campesino. Dice la leyenda que se la condujo a presenciar el destino de la
anterior esposa. Tras la visión, se casó y trabajó por su marido hasta el
desfallecimiento.
Esta severidad y crueldad en la vida civil
contrastaba con su gran manejo en el campo de batalla. Con un ejército muy
inferior en número y sin aliados destacables logró contener a los otomanos una
vez tras otra improvisando y usando tácticas brillantes. Ataques nocturnos,
emboscadas. Los prisioneros eran empalados masivamente y esto le convirtió en
una pesadilla temida por los turcos.
En una ocasión un contingente otomano arribó a las
puertas de Tirgoviste, la capital. Allí presenciaron con horror el bosque de
los empalados. Tras una gran victor ia
contra los turcos, Vlad Tepes ordenó talar todos los árboles de un bosque
cercano a la capital. Allí empaló en un solo día a más de 20000 prisioneros
otomanos. Los cuerpos empalados tardaban meses en descomponerse. Se cuenta que
cuando los turcos presenciaron esto, retrocedieron y no osaron penetrar en los
dominios del diablo de Valaquia.
Bosque de los Empalados |
En 1462 decidió dar respuesta a una ofensiva turca.
Cruzó el Danubio a sangre y a fuego y envió al rey de Hungría dos sacos llenos
de narices, cabezas, y demás extremidades cercenadas con el siguiente mensaje: “He
matado a hombres y mujeres, a viejos y jóvenes, desde Oblucitza y Novoselo
hasta Samvit y Ghigen. Hemos matado a 24000 turcos y búlgaros, sin contar
aquellos a los que quemamos en sus casas, o cuyas cabezas no fueron cortadas
por nuestros soldados...”. Pretendía enaltecer los ánimos de sus vecinos
cristianos para lanzar una Cruzada contra los turcos. No lo consiguió pero su
fama de sádico se acrecentó sobre manera.
Ese mismo año fue derrotado por los turcos y
depuesto de su trono. Pera su cautiverio se le envió a la corte húngara donde
estuvo hasta 1475. Allí aprendió el oficio de encuadernador de libros y poco a
poco se fue ganando la confianza del rey que le acabó dando a una de sus hijas
en matrimonio. Serían sus segundas nupcias pues su primera esposa se lanzó de
la ventana del castillo de Bran matándose antes que caer presa de los otomanos.
Imagen extraída de la película Drácula de Bram Stoker del director Francis Ford Coppola |
Su hermano Radu pasó a ocupar su puesto y fue poco
a poco poniendo Valaquia al amparo turco. El rey de Hungría consideró necesario
que Vlad retomase el trono de Valaquia y a la muerte de Radu Hungría respaldó
la tercera subida al poder de Vlad Tepes. El príncipe Bathory de Transilvania
intervino con sus fuerzas en la invasión pero tras conquistar el país volvió a
Transilvania dejando a Vlad muy debilitado. Un gran ejército turco atacó
Valaquia. Tepes murió en una emboscada y fue decapitado en diciembre de 1476.
Su cuerpo fue enterrado en el monasterio de Snagov y su cabeza presentada al
Sultán que la puso en una estaca a exhibición público como seña de la muerte
del terror turco.
23:59 Su severidad dio lugar a historias como la de
la jarra de oro que dejó frente a su residencia en Tirgoviste, para que los
viajeros pudiesen beber agua en ella; tal era el temor que inspiraba el
gobernante que nadie osó nunca robarla. En otra ocasión a un mercader
extranjero le fueron sustraídos 160 ducados. Éste denunció el hecho a las
autoridades valacas. Draculea restituyó al mercader su dinero sumando un escudo
más. El ladrón había sido apresado y condenado a empalamiento. Dice la leyenda
que el mercader avisó al voivoda de que había un ducado de más en su cesta.
Vlad respondió de la siguiente manera: “Esa es la única respuesta que podía
salvarte la vida, si no hubieses dado pruebas de tu honestidad te hubiese
empalado detrás del ladrón”.
Cuanta crueldad hay en la historia de la humanidad! Y cuanta sigue habiendo, ¿no?, Recordar para no olvidar...
ResponderEliminarSip, por desgracia la crueldad forma parte de nosotros y la única manera de atenuarla es ser consciente de ello. Gracias por el comment Elisenda
ResponderEliminark le hicieron los turcos cunado estaba "prisionero" ??? who knows ...
ResponderEliminarEn principio lo educaron y lo trataron todo lo bien que se podía tratar en la época a un huesped de la nobleza que estaba en la corte otomana a modo de disuadir al padre de una futura traición.
ResponderEliminarVaroncitos y muy valientes en sus reinos pero que les pasaria si los capturan los enemigos.. se orinan en sus pantalones con un alfiler, no por cobardes sino porque saben que haran con ellos los mismo o mas de lo que ellos han puesto al límite sin piedad alguna.
ResponderEliminarUn grande, se necesitan mas líderes de mano dura como este paladín de la justicia. El mundo sería mucho mas justo a la sombra de gobernantes de tan exquisita fe católica
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